21 de septiembre de 2009

El Mundo


La gran obra a llegado a su fin y retorna a la inocencia y ceguera del comienzo. La culminación se produce simultáneamente en el nivel más alto de la existencia.
Ahora uno se ve a uno mismo y al mundo tal como son en realidad; todos los disfraces y las mascaras se han vuelto superfluos.
Conectado a la naturalidad original, uno se deja arrastrar por la danza turbulenta del continuo movimiento del universo.
Las limitaciones de ese ser tan insignificante que es el individuo desaparecen en la unión orgásmica con el universo.
Representa la elevación espiritual. Simboliza el pensamiento que deja de ser y sentir en la única esencia del yo.
Es la soledad en la paz, el saber vivir con lo necesario, el control de lo mundano y el sentimiento elevado que no te pide correspondencia.

Ya no se puede recibir daño de nadie, ni tampoco beneficios, todo esta en sus manos.

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